Cancún sin fantasías



Conocí a Carlos Hurtado y a su obra Cancún todo incluido hace aproximadamente siete años, en el marco de los preparativos para una campaña electoral. La novela tenía ya tres circulando y yo ni en cuenta, lo cual en principio me llamó la atención pues era justo el tiempo que tenía frecuentando la región, acopiando cuanta información histórica y creación local cayera en mis manos. Cosa que no era frecuente ni abundante, por cierto;  trabajos periodísticos sobre todo. Me refiero, desde luego, a escritos sobre historia moderna (por llamarla de alguna manera) y no a la abundantísima e interminable bibliografía sobre el territorio y los mayas. Después comprendí que ese hecho no era casual ni raro. Fue para mí un momento afortunado, porque para adquirir esos materiales impresos en Quintana Roo hay que estar en el lugar adecuado y en el momento oportuno, es decir, cuando el trabajo se está presentando, cuando algún comentario lo refiere o cuando alguien lo tiene a la mano y lo sorprendes. Fuera de eso, lo que se puede conseguir es alguna fotocopia si se tiene el tino de preguntar a la persona adecuada. No cualquiera sabe. Así me ha ido a mí, por lo menos.

Lo peculiar es que Cancún todo incluido cayó en las mías de la mano de su autor. La leí con especial interés por el simple hecho de que era una novela que ofrecía adentrarse en la temática local. El cancunismo como complejo fenómeno socio económico y cultural siempre me ha interesado e intrigado. Hasta entonces sólo conocía recopilaciones periodísticas hechas libros, el obligado texto Cancún fantasía de banqueros, la construcción de una ciudad turística a partir de cero de Fernando Martí, así como documentadas reseñas sobre algunos acontecimientos políticos y policiacos, especialmente de la tormentosa época del gobierno de Mario Villanueva.

La novela me sorprendió por su forma y contenido. Me pareció, simplemente, muy buena. Ágil, divertida, bien trazada y escrita, ligera de lectura pero muy metida en escudriñar el alma de una sociedad en ciernes. Sobre todo de sus élites. Sin discursos panfletarios. De paso me ayudó mucho para ir entendiendo los cancunismos e ir acercándome a la terminología y al lenguaje regional. Algo así como poder disfrutar de una buena fotografía novelada del momento, en vez de transitar por los áridos reportajes a orillas del mar.

En ese entonces me pregunté qué hacía un personaje de buena letra como Carlos Hurtado metido en el maremágnum de la política, pretendiendo un espacio electoral para representar a la siempre inquieta comunidad dedicada a las artes y la cultura.

Cancún todo incluido está de vuelta. Gracias al atrevimiento de unas letras industria editorial de Eugenia Montalván Colón, con sede en Mérida, ha visto la luz, diez años después, su segunda edición. La he vuelto a leer y sigo pensando lo mismo, pero mejorado. Es uno de esos casos en los que la lectura se convierte en deleite. Se va de un hilo. Sorprende su vigencia. El día de la presentación del libro en sociedad, en el Club Casablanca de Cancún, alguien preguntó al autor si el gobernador de la historia sería aquel mismo de la realidad y en el que estaba pensando. Las risas colectivas sin respuesta en realidad contestaron, sin palabras, que podía ser cualquiera.

Porque esa es una de las mayores virtudes de la novela: ser producto de una aguda observación de la realidad local y sus tendencias, de las leyes no escritas de la política, de la naturaleza humana y de la capacidad de Carlos Hurtado para proyectarlas. Resulta que al chocar el texto con los hechos, diez años después, se encuentra con que sus personajes andan sueltos, siguen vivos, en la calle, gozando de cabal salud y de las generosidades y contrastes del Caribe.

Me surgió la idea de que, tal vez, para que la novela tuviese realmente todo incluido le faltaría el factor de crisis local por excelencia y que retrata al habitante caribeño en sus extremos: el huracán meteorológico. Necedad retórica. Para efectos de la historia no lo usa, no lo necesita, con los que tiene le bastan.

Ya no me pregunto tanto qué hace Hurtado metido en el ejercicio de gobierno. Su compromiso con la dirección de las actividades de arte y cultura en la ciudad ha significado un valioso aporte, ahí donde se requiere atender las sensibles necesidades humanas con creatividad y entusiasmo, por encima de la falta de voluntades y recursos.

Ojala la ciudad lo siga aprovechando. Pero que también siga escribiendo.



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