Los enterradores
Sepultureros de sí mismos, los enterradores acuden lentamente, arrastrando los pies, a su propio funeral en vida.
Se acabaron con ahínco lo que construyeron, también con vehemencia esperanzada, otros muchos más. Son los trazos de traición, chorreando caviar, hacia los creyentes bañados en sangre. Todos se la jugaron con el mismo boleto pero pocos lo cobraron.
Los enterradores cargan lastre de morralla. Ansiosos los enanitos encumbrados han de ver cómo agarran la pala. Le cayeron encima y por detrás, a la mala, a las aspiraciones de la nueva generación que ya ni los esperaba.
No hay quien les crea. Menos quien les tienda la mano con las patadas de ahogado. De inanición será. De gangrena acumulada.
Seremos ganadores, dicen. Exacto: se lo ganaron a pulso.
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