La paz no es natura, es cultura

Fue entonces que tuvimos el pecho inflamado de esperanza. Un acto de rebeldía. La paz y el amor eran la única opción aceptable; la Gran Ruta al Futuro empedrada con mucha música estruendosa, poesía irreverente, arte revolucionario, espiritualismo igualitario, ciencia nueva, estimulo sensorial y libertad sexual. La expansión universal de la razón y la explosión de las emociones creativas serían los únicos estallidos posibles. Era la bravía respuesta a los costumbrismos, a las contenciones culturales, pero especialmente a ecos de los disparos ensordecedores provenientes de las guerras monstruosas: la Grande, la del holocausto y las que les siguieron. Nadie se atrevería, nunca más, a atravesar ese pecho eterno con un fuego que no fuera el del amor. Todos en paz.

Apenas perceptibles veo en tu blusa unas pequeñas manchas rojas... 
¿es sangre?, crecen de tamaño, ¡es sangre!.
¡Ah!, también están en mi camisa. ¡Oh!, ahora aparecen en la de el. Aquí y allá, en todos lados. En la ropa y en las paredes. En el suelo. Sangre que no procede del vientre sino del ambiente. 

Debe ser porque Donald Trump, el impresentable, se ha plantado en Jerusalem frente al Muro de los Lamentos y la humanidad llora en rojo, desconsolada, por los fracasos de sus mejores intentos. La paz no es con nosotros. Somos el lamento universal y lo vaciamos en cascada por el computador, nuestro propio muro. 

Las redes sociales muestran la evidencia. Desahogan en goteo por cadena las lamentaciones:

Lamentamos Sinaloa por el agravio al periodismo (ahora Javier Valdéz) y la guerra abierta contra la verdad y la inteligencia. 

Lamentamos Cancun por un "ruso nazi" desquiciado que pasa a cuchillo a un joven desquiciado que encabeza a una turba desquiciada que aporrea en linchamiento al "ruso nazi" que insulta en las redes sociales a los cancunenses.

Lamentamos que las redes sociales sean el vínculo promotor y acelerador de la violencia colectiva de la que habremos de lamentarnos.

Lamentamos Venezuela donde la partición de la rabia no tiene freno ni reconciliación, las vidas humanas se abaten como moscas ahogadas por la violencia y algunas terminan incendiadas en carne viva.

Lamentamos Mánchester (después de Paris, Marsella y otras barbaries) donde el terror de la violencia arrasa, impávidos, a sus jóvenes (otra vez el ogro devorando a sus muchachos) por divertirse en paz tras la música que va por la paz.

Lamentamos, lamentamos lamentamos...

...los 43, las fosas siniestras, los y las periodistas, los ejecutados a mansalva en la disputa por "las plazas". Que esto y lo otro...

La paz era una revolución. La revolución una opción. ¿De que paz estamos hablando aquí? De la paz de los sepulcros diría el viejo Porfirio, nada porfiado, siempre vigente, dictando su voluntad para que sea la de los demás. 

La paz alternativa, la otra, la de la esperanza, no puede restringirse, entonces a una jornada que no tiene cabida en la agenda de la violencia. Un día para la paz es insuficiente en el calendario deshojado por el incesante goteo de la sangre que no da tregua.

La paz no es natura. La paz es cultura. La paz no es noticia. La paz es transparencia oculta. La paz no es paseo anual. La paz es cotracorriente de todos los días. La paz para poder ser...

¿Será?

Comentarios

Entradas populares de este blog

Los Corta Mechas

Sobre el dinosaurio camaleón

México ante la necesidad de un Nuevo Orden Mundial